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Las vías del tren, los cafés con mesas y sombrillas en la vereda, la plaza Castelli, preparan al lector para la feliz experiencia de la librería.
Fundada en 1995, esta librería de Belgrano R cuenta con clientes muy fieles. Es atendida por su dueña y jóvenes libreros conocedores de literatura que brindan atención personalizada y conversan con cada lector para orientarlo en su búsqueda. Es por la calidez del espacio y por la atención dedicada, que los vecinos de la zona vuelven siempre.

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Ir a Caleidoscopio es estar en una fantasía de mundo: es la librería, más la plaza, más los bares, más el estilo de un barrio en el que uno siente que vive el lector loco que lleva adentro, ese que querría leer todo el día, darse libremente al placer exigente de imaginar, pensar y crecer, como si fuéramos fantasmas del texto y no personas de carne.

Alejandro Rozitchner, filósofo

   

 

 

 

"Liliana Libedinsky, de la librería Caleidoscopio, que abrió hace 15 años, destaca: "Hay que cuidar mucho lo administrativo y ser muy cuidadoso".
Algunas características que tienen las librerías independientes son que sus estanterías no están repletas de best sellers y que ninguna editorial paga por estar en la mesa de novedades. Para que esto suceda, sus dueños y el equipo de trabajo les ponen un freno constante a los envíos que mandan las editoriales y practican el derecho a elegir.

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En Belgrano R, frente a la plaza Castelli, Caleidoscopio abrió sus puertas hace catorce años. Es una librería pequeña y sin lugar suficiente para realizar otras actividades. Liliana define Caleidoscopio como una librería artesanal, como las de antes, como aquellas donde todos se conocían y el librero podía recomendar porque leía y conocía el gusto de sus clientes, que también eran sus amigos. En Caleidoscopio abunda la literatura de diferentes géneros, mucha historia, filosofía, y por supuesto literatura infantil para los chicos y más chicos que entran con sus helados, saludan a Liliana y José y les preguntan qué hay de nuevo mientras siguen saboreándolo.

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